miércoles, 7 de diciembre de 2011

El castillo Templario de Monzón.


A 65 kilómetros de Huesca, sobre un escarpado cerro, se alza esta poderosa fortalezas templaria. En época musulmana era una estratégica plaza situada en el límite de los distritos de Huesca y Lérida. En el siglo XI fue tomada por el Cid Campeador al frente del ejército musulmán del rey de la Taifa de Zaragoza. La vida del Cid está íntimamente ligada a esta fortaleza, en la que quedó bajo custodia durante años su famosa espada, la Tizona.

Tras el testamento de Alfonso I el batallador,  se creó en Monzón una gran encomienda templaria, que llegó a ser la principal casa del Temple en la Corona de Aragón, centralizando aquí la comandancia militar. En Monzón se convocaron en numerosas ocasiones las Cortes de la Corona y otras reuniones importantes, como las previas a la conquista de Valencia o a los ataques al reino de Francia.
 En este castillo pasó su infancia el futuro rey de Aragón Jaime I el Conquistador, bajo la tutela del maestre del templario. En el siglo XIV, cuando el Papa Clemente V ordenó el arresto de todos los miembros de la Orden del Temple,  el comendador  de Monzón, se hizo fuerte en este castillo. El ejército real sitió la plaza, tras siete meses de asedio los soldados del rey tomaron Monzón. Las posesiones templarias pasaron a la orden de San Juan de Jerusalén. Con el tiempo, la encomienda fue perdiendo importancia, aunque se mantuvo como tal hasta el siglo XVIII.

Para acceder a la fortaleza debemos subir por una empinada calle desde el centro del casco urbano. La edificación es de grandes dimensiones, se asienta sobre un montículo de cima explanada, de planta triangular y bastante irregular, de unos 125 metros de longitud en su eje máximo. Es un castillo cuyo origen hay que buscarlo en Tierra Santa y en Inglaterra, responde al prototipo de castillo-convento, habitual en las órdenes militares.

Una vez en lo alto de la colina, se accede por el lado oriental. Esta es la parte más moderna (siglos XVII y XVIII), formada por grandes muros de ladrillo, garitas esquinadas, baluartes para piezas artilleras y series de aspilleras para fusiles. Más adelante, nos encontramos con la entrada, defendida con un puente que cruza el foso. Dentro del conjunto, los edificios medievales se han conservado en mejores condiciones. Entre todos ellos, destaca la torre de don Jaime y a su derecha la capilla. Toda esta parte fue diseñada por los caballeros templarios. Otros elementos destacados son la torre del Homenaje, la sala Capitular y el torreón de las Dependencias.

La torre del Homenaje es en realidad una torre árabe (siglo X), construida con un aparejo muy característico, el opus spicatum, formado por cantos calizos blancos enteros o cortados, reforzados por sillares de arenisca. Fue habilitada como mansión del comendador. Ocupa una posición privilegiada, centrada entre la Sala Capitular, torreón de los dormitorios e iglesia, pero su citado aparejo la hace diferente a todos ellos. Es de planta cuadrada, de 10 metros de lado. La puerta original abría en alto, a la primera planta y por el costado noroeste. Es de arco de medio punto, formado por siete dovelas regulares. La torre era más alta de lo que vemos en la actualidad, posiblemente con cinco plantas, la inferior ciega, y el resto con aspilleras. En la última planta, hay dos ventanas gemelas, con parteluz y arcos de herradura apuntada, enmarcados en alfiz. La torre alberga una colección de reproducciones de láminas antiguas del castillo y de diferentes piezas, recogidas en las sucesivas excavaciones realizadas.
 La Sala Capitular-Refectorio es el edificio que desde su exterior, produce mayor impresión de sencillez de todo el conjunto, pero en realidad esconde una gran sala. Al parecer, se levantó sobre los cimientos de una construcción anterior. Es un gran rectángulo de 35 x 12 metros, con capacidad para albergar a gran número de personas. Su bóveda de cañón apuntado es verdaderamente espectacular.
 La iglesia está orientada canónicamente y dedicada a San Nicolás, tiene una doble función religiosa y defensiva, con su cabecera integrada en la muralla del castillo, funcionando como una torre más. Actualmente está reformada y tiene un importante uso, como Centro de Interpretación sobre la Orden del Temple, donde se proyecta el audiovisual que se grabó en el castillo, y que explica la historia del Temple en  general. Luego, en particular, la historia en la Corona de Aragón hasta el asedio y final en el castillo de Monzón.

 Muchas de las leyendas del castillo de Monzón hacen referencia a su red de galerías subterráneas. Se dice que los templarios disponían de ocho galerías subterráneas secretas para salir al exterior. Actualmente el castillo cuenta con una serie de paneles informativos, donde se explican algunas de estas galerías con fotos, mapas y dibujos. Las galerías subterráneas no sólo fueron importantes en el asedio final a los templarios, sino que Jaime I también las conocía. Cuenta una leyenda que se escapó del castillo por uno de estos túneles, llegando hasta el río Cinca, cruzándolo a nado con apenas ocho años de edad.

Esto es un ejemplo de lo que podréis encontrar en "Castillos de Aragón: 133 rutas".

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